jueves, 7 de marzo de 2013

LA REVOLUCIÓN DE LOS FITOMEDICAMENTOS

Una empresa de base tecnológica, gestada por el grupo de Inmunobiología y Biología Celular de la Pontificia Universidad Javeriana, se prepara para producir medicamentos para el tratamiento del cáncer a partir de extractos de plantas medicinales.

Dividivi, tara, quebrancho, huarango, guasango o guaranga. Estos son algunos de los nombres con los que se  conoce popularmente a la Caesalpinia Spinosa, un árbol que crece en la región andina colombiana, al que se le han dado tantos usos medicinales como nombres. Desde el periodo prehispánico, esta planta ha sido usada por las comunidades en el tratamiento casero de amigdalitis, sinusitis y bronquitis, entre otras afecciones, debido a sus cualidades como antiinflamatorio, astringente y desinfectante.
Lo que pocos saben es que este tesoro verde, a cuya decocción se le han atribuido muchos beneficios para la salud de generaciones de pobladores de las regiones de Cundinamarca y Boyacá, encierra una riqueza aún mayor en su composición química: hay evidencias de la actividad antitumoral de los frutos del Dividivi y de la función inmunomoduladora de un polisacárido obtenido de sus semillas, llamado Galactomanano.
Esto quiere decir que algunos componentes del Dividivi podrían emplearse como base para el desarrollo de medicamentos contra el cáncer que, además de atacar las células cancerígenas, reducirían la ocurrencia de metástasis y motivarían una respuesta positiva del sistema inmunológico de los pacientes.

La doctora Susana Fiorentino y el grupo de Inmunobiología y Biología Celular de la Pontificia Universidad Javeriana son los responsables de este hallazgo, que no es el primero en su lista de logros, desde cuando se dieron a la tarea de buscar productos naturales antitumorales o inmunomoduladores a partir de plantas colombianas, para producir fitomedicamentos (como se denominan los fármacos cuya base es una planta) para el tratamiento del cáncer.
Antes de explorar el Dividivi, el grupo ya había analizado la actividad de las fracciones moleculares que componen el Anamú, (otra planta típica que se cultiva en Cundinamarca) de la que también obtuvieron resultados satisfactorios al comprobar su impacto sobre células tumorosas de cáncer de mama y leucemia. Con base en estos hallazgos, se inscribieron dos patentes, una nacional y otra internacional, que actualmente avanzan en su trámite. Ahora, dados los resultados con el Dividivi, se tienen dos proyectos de patente que se radicarán tan pronto se tengan los permisos oficiales, solicitados ante el Ministerio del Medio Ambiente y Desarrollo Territorial.
La magnitud que ha alcanzado el trabajo adelantado por la doctora Fiorentino y su equipo, demanda la constitución de una estructura más amplia, distinta al grupo de investigación. Además, la Universidad Javeriana, desde la Vicerrectoría Académica y sus oficinas jurídica y administrativa, dio vía libre al proyecto que le permitiría al país escribir un nuevo capítulo en materia científica. “En Colombia tenemos los equipos, el apoyo de una de las mejores universidades del país, los científicos, las plantas medicinales, los agricultores que las siembran, es decir, tenemos toda la cadena de valor”, señala Fiorentino, para quien lo único que falta es articular cada una de esas piezas.

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