Una empresa de base tecnológica, gestada por el grupo de Inmunobiología y
Biología Celular de la Pontificia Universidad Javeriana, se prepara para
producir medicamentos para el tratamiento del cáncer a partir de extractos de
plantas medicinales.
Dividivi, tara, quebrancho, huarango, guasango o
guaranga. Estos son algunos de los nombres con los que se conoce
popularmente a la Caesalpinia Spinosa, un árbol que crece en la región andina
colombiana, al que se le han dado tantos usos medicinales como nombres. Desde
el periodo prehispánico, esta planta ha sido usada por las comunidades en el
tratamiento casero de amigdalitis, sinusitis y bronquitis, entre otras
afecciones, debido a sus cualidades como antiinflamatorio, astringente y
desinfectante.
Lo que pocos saben es que este tesoro verde, a cuya
decocción se le han atribuido muchos beneficios para la salud de generaciones
de pobladores de las regiones de Cundinamarca y Boyacá, encierra una riqueza
aún mayor en su composición química: hay evidencias de la actividad antitumoral
de los frutos del Dividivi y de la función inmunomoduladora de un polisacárido
obtenido de sus semillas, llamado Galactomanano.
Esto quiere decir que algunos componentes del
Dividivi podrían emplearse como base para el desarrollo de medicamentos contra
el cáncer que, además de atacar las células cancerígenas, reducirían la
ocurrencia de metástasis y motivarían una respuesta positiva del sistema
inmunológico de los pacientes.
La doctora Susana Fiorentino y el grupo de
Inmunobiología y Biología Celular de la Pontificia Universidad Javeriana son
los responsables de este hallazgo, que no es el primero en su lista de logros,
desde cuando se dieron a la tarea de buscar productos naturales antitumorales o
inmunomoduladores a partir de plantas colombianas, para producir
fitomedicamentos (como se denominan los fármacos cuya base es una planta) para
el tratamiento del cáncer.
Antes de explorar el Dividivi, el grupo ya había
analizado la actividad de las fracciones moleculares que componen el Anamú,
(otra planta típica que se cultiva en Cundinamarca) de la que también
obtuvieron resultados satisfactorios al comprobar su impacto sobre células
tumorosas de cáncer de mama y leucemia. Con base en estos hallazgos, se
inscribieron dos patentes, una nacional y otra internacional, que actualmente
avanzan en su trámite. Ahora, dados los resultados con el Dividivi, se tienen
dos proyectos de patente que se radicarán tan pronto se tengan los permisos
oficiales, solicitados ante el Ministerio del Medio Ambiente y Desarrollo
Territorial.
La magnitud que ha alcanzado el trabajo adelantado
por la doctora Fiorentino y su equipo, demanda la constitución de una
estructura más amplia, distinta al grupo de investigación. Además, la
Universidad Javeriana, desde la Vicerrectoría Académica y sus oficinas jurídica
y administrativa, dio vía libre al proyecto que le permitiría al país escribir
un nuevo capítulo en materia científica. “En Colombia tenemos los equipos, el
apoyo de una de las mejores universidades del país, los científicos, las
plantas medicinales, los agricultores que las siembran, es decir, tenemos toda
la cadena de valor”, señala Fiorentino, para quien lo único que falta es
articular cada una de esas piezas.
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